Nuestro ajo fresco crece en los campos de Winsen/Luhe, al sur de Hamburgo (Baja Sajonia). Se cultiva exclusivamente al aire libre y adora los suelos ricos en humus y porosos. El ajo fresco tiene condiciones de crecimiento ideales en el norte de Alemania debido a su clima más bien templado.

Plantamos nuestro ajo fresco en otoño, y poco después ya se pueden ver pequeños brotes verdes. Durante el invierno, los dientes de ajo, resistentes al frío, permanecen en la tierra y comienzan a brotar correctamente en primavera. Después, se podrá ver un largo tallo verde que crece de la tierra. En verano, el ajo fresco está listo para cosecharlo.

Para ello, se necesita una máquina especial, la llamada cosechadora de cinta. Esta extrae los ajos de la tierra por los largos tallos verdes, los acorta a 10-15 cm y retira la tierra del bulbo.

El ajo fresco también se utiliza para refinar y dar sabor a los platos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no se prepara como los ajos secos convencionales, sino más bien como los puerros o las cebolletas. En primer lugar, se retira la capa exterior de la piel y luego se corta en aros finos o en dados pequeños. Puedes usar tanto el tallo como todo el bulbo. Al cocinarlo en la sartén, no lo saltees durante mucho tiempo ni a demasiada temperatura, ya que se volverá amargo y se quemará.

Hay muchas maneras de preparar el ajo fresco. Se puede utilizar crudo en ensaladas o para untar en pan. También es perfecto para dar sabor a salsas o como ingrediente básico, por ejemplo, en el tzatziki. Cuando está cocido, mejora las verduras, la carne, el pescado y las salsas. Incluso se puede usar para hacer sopas de ajo o un aceite de ajo aromático.

Para saber si son frescos, sus tallos deben ser de color verde intenso y estar bien firmes y los lugares de corte no deben estar secos ni tener manchas marrones. El ajo fresco se almacena mejor en un lugar fresco, seco y protegido de la luz, preferiblemente en el compartimento de verduras del frigorífico. Se puede mantener así durante unas dos semanas.